martes, 28 de febrero de 2012

Tercera Guerra Mundial


La Tercera Guerra Mundial... se dice pronto ¿verdad? Según especulaciones por parte de diversos grupos de entusiastas de lo oculto y de la “libertad” humana la que sería la tercera entrega de una trilogía de guerras mundiales (por el momento) tendrá lugar este año 2012, en verano o antes incluso.
Por el momento sólo podemos afirmar, si es que se puede afirmar algo, que en la actualidad están en trifulca constante los países occidentales, empujados por la política belicista de los burócratas que parecen no cambiar nunca en Israel, e Irán y sus “aliados”. Es curioso cómo suceden las cosas en política exterior. Dependemos de ellos para llevar una vida cotidiana, pero nos parece más normal entablar combate con ellos que negociar de forma pacífica. De todas formas, ya tiene Irán a sus “aliados” para defender sus intereses, ¿cuáles? muchos: Siria... Corea del Norte..., ¿Venezuela que tiene misiles apuntado a Wash-intónn? Tal vez alguien piense ¿qué pasa con Rusia y China? Yo digo, “sí, buenos aliados son, pulseritas de luz intermitente, más petróleo y gas natural, fulares para el crudo invierno, caviar, teléfonos Nokia (que por cierto, seguirán vendiéndose a occidente durante la guerra) no entienden de guerra.

Además, ¿ayudarán estos países a Irán? No rotundo. No creo que les interese perder sus actuales puestos privilegiados en la élite de la economía y el comercio mundial, ni tampoco su tendencia al auge.
Yo creo que el Secretario de Defensa estadounidense esto lo sabe muy bien, así que los motivos para empezar una guerra de este calibre tan lejos de su patria tiene que deberse a otra razón. Lealtad a Israel, más petroleo, derrocamiento de un gobierno enemigo como éste de Ahmadineyad y conseguir que caigan otros como Chávez, o Kim Jong Un... Ahora mismo no sé que más decir, sigan ustedes.

lunes, 6 de febrero de 2012

Indignación sumergida (versión corta)

Ayer pasé por el parque Doñá Casilda Iturriza, o más conocido como el parque de los patos por los bilbaínos, y mientras contemplaba la majestuosidad de la nueva Torre Iberdrola, símbolo del capitalismo y del auge económico que ha vivido la capital vizcaína en la primera década del siglo veintiuno, se me acercó un señor que tenía una pinta un tanto “pobre”, pero no por ello menos simpático que cualquier otro, y “amablemente” me pidió que le mostrase la hora.


Entonces, una sirena se oyó a lo lejos aproximándose, posiblemente de la policía municipal, y sin apenas tiempo de que me remangase la camisa para proceder a satisfacer el deseo de aquel hombre, se retiró a buen trote a recoger una pequeña manta que tenía extendida en el pavimento con unos artículos que aparentemente estaban en venta, y salió corriendo del lugar.

Y con todo esto, llega mi pregunta, ¿Por qué las autoridades se dedican a detener este tipo de actos ilegales mientras grandes empresarios se ganan la vida y sus lujosos yates en la costa levantina a costa de la evasión de impuestos? A mí por lo menos, aquella persona no me hizo ningún daño, y me parece una forma muy eficiente de hacer llegar al consumidor baratos bolsos robados que además aceptamos sin quejarnos, salvo aquel empresario quejica que es mayor ladrón que cualquiera.

Tal vez la culpa la tenga la administración central por su mala gestión de este asunto que concierne a todos, ya que con el dinero que dejan de pagar como contribución a las arcas públicas se podrían pagar elementos de primera necesidad para evitar que los verdaderos indignados de este país dejen de vender carteras “Gucci” y empiecen a llevar una vida honrada y decente.

Pero no todo es culpa de ellos, por eso me parece adecuado interrogar a los “expertos” en la materia, y citando una frase de “El silencio de los corderos”, ¿podrían enfocar esa prodigiosa perfección hacia sí mismos? ¿Qué me dicen? Mírense bien y escriban la verdad, ¿O quizá les dé miedo hacerlo?

Así que todos deberíamos alzarnos, y exigir que los vagos políticos cojan el toro por los cuernos, y se dejen de tonterías e intereses propios, aunque para ello tengan que dejar de tomar su café por las mañanas, cosa que muchos ciudadanos no pueden disfrutar por el momento.
Jon Martín