Ayer pasé por el parque Doñá Casilda Iturriza, o más conocido como el parque de los patos por los bilbaínos, y mientras contemplaba la majestuosidad de la nueva Torre Iberdrola, símbolo del capitalismo y del auge económico que ha vivido la capital vizcaína en la primera década del siglo veintiuno, se me acercó un señor que tenía una pinta un tanto “pobre”, pero no por ello menos simpático que cualquier otro, y “amablemente” me pidió que le mostrase la hora.
Entonces, una sirena se oyó a lo lejos aproximándose, posiblemente de la policía municipal, y sin apenas tiempo de que me remangase la camisa para proceder a satisfacer el deseo de aquel hombre, se retiró a buen trote a recoger una pequeña manta que tenía extendida en el pavimento con unos artículos que aparentemente estaban en venta, y salió corriendo del lugar.
Y con todo esto, llega mi pregunta, ¿Por qué las autoridades se dedican a detener este tipo de actos ilegales mientras grandes empresarios se ganan la vida y sus lujosos yates en la costa levantina a costa de la evasión de impuestos? A mí por lo menos, aquella persona no me hizo ningún daño, y me parece una forma muy eficiente de hacer llegar al consumidor baratos bolsos robados que además aceptamos sin quejarnos, salvo aquel empresario quejica que es mayor ladrón que cualquiera.
Tal vez la culpa la tenga la administración central por su mala gestión de este asunto que concierne a todos, ya que con el dinero que dejan de pagar como contribución a las arcas públicas se podrían pagar elementos de primera necesidad para evitar que los verdaderos indignados de este país dejen de vender carteras “Gucci” y empiecen a llevar una vida honrada y decente.
Pero no todo es culpa de ellos, por eso me parece adecuado interrogar a los “expertos” en la materia, y citando una frase de “El silencio de los corderos”, ¿podrían enfocar esa prodigiosa perfección hacia sí mismos? ¿Qué me dicen? Mírense bien y escriban la verdad, ¿O quizá les dé miedo hacerlo?
Así que todos deberíamos alzarnos, y exigir que los vagos políticos cojan el toro por los cuernos, y se dejen de tonterías e intereses propios, aunque para ello tengan que dejar de tomar su café por las mañanas, cosa que muchos ciudadanos no pueden disfrutar por el momento.
Jon Martín
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